No suelo volver a un artículo ya escrito, una vez que ha sido publicado, suelo dejarlo correr y mi atención se vuelca en otros aspectos de la realidad socio-político-económica que nos golpea diariamente, siendo la situación que queda atrapada recurrentemente en mi cerebro, el tema en el que se basará el artículo de la semana en cuestión.
Pero la
realidad es que las palabras pronunciadas por Felipe González el pasado 17 de
octubre continúan resonando en mi cabeza y al que ya aludí en el artículo de la
semana pasada, pero creo firmemente que aún puede dársele una vuelta de tuerca
más.
Reafirmándome en la reflexión escrita en el artículo anterior, “Buscar la verdad”[1], hay que reconocer que el mecanismo que utilizan una gran parte de la clase política, es la que fue descrita por el expresidente del gobierno, lo que aleja o acerca a los políticos del gobierno es la opinión de la mayoría de la gente.
Por lo tanto,
Felipe González nos da la clave para que un gobierno (cualquier gobierno) actúe
en favor de la mayoría social.
Si un partido
político tiene como fin último alcanzar el gobierno, no por afán de llevar a
cabo su programa electoral, guiado por unas líneas ideológicas determinadas,
sino por el hecho de alcanzarlo sin más, la mayoría social deberá hacerle
saber a estos mismos partidos políticos
cuales son sus reivindicaciones, para ello, en primer lugar deberá tomar
conciencia como clase social con
intereses comunes a todos sus miembros.
En segundo
lugar, ha de perder el miedo a reivindicar
lo que considera realmente justo, algo verdaderamente difícil, ya que,
aunque una amplia mayoría de la población ha nacido, o al menos ha vivido una
gran parte de su vida en un sistema democrático, los 40 años de represión
franquista sumado a la fuerza coercitiva
del Estado, hace que aún sea común tener miedo a expresar las ideas propias.
En tercer
lugar conocer la realidad que
condiciona, posibilita o imposibilita llevar a cabo las medidas legislativas
concretas.
En cuarto lugar, organizarse, utilizando los medios constitucionales de los que nos hemos dotado para llevar a cabo las reivindicaciones. Hay que tener en cuenta que todo gobierno hace equilibrios en una balanza donde de un lado se encuentran los poderes económicos y del otro la mayoría social, si la clase trabajadora consigue el mismo nivel de organización que tiene las élites económicas, la balanza caerá a su favor, sin ninguna duda.
En conclusión,
actualmente, los partidos políticos, a través de sus mecanismos de propaganda,
intentan convencer de que las medidas que proponen son las que conviene a la
mayoría, aunque sea evidente que solo beneficie a una parte. Sin embargo,
existe la posibilidad de revertir la situación utilizando las mismas
estrategias, y la clave para ello, la facilitada por Felipe González.