La disciplina
es un concepto que ha caído en el ostracismo en los últimos tiempos, quizás por
el nefasto uso que se ha hecho de esta palabra durante años. Expresiones como “la
letra con sangre entra”, o asociado a ideas como “disciplina militar” ha hecho
que sea un recurso minusvalorado, no sólo en el aprendizaje sino en el día a
día.
Hagamos un
breve recorrido por los orígenes de la palabra “disciplina” para conocer bien
su significado y porqué es tan necesaria en los tiempos que corren.
“Disciplina”
proviene del latín “discere” que
significa “aprender” y tiene el mismo
origen que otras palabras como “discípulo” o “docente”, por lo tanto el término
disciplina tiene un significado fuertemente relacionado con el aprendizaje.
Podríamos decir que la disciplina es el conjunto de normas necesarias para que
se produzca un aprendizaje.
Actualmente,
en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define su
significado como “Doctrina, instrucción
de una persona, especialmente en lo moral”.
Ser
disciplinado es cumplir con los compromisos adquiridos, asumir en nuestras
rutinas todas aquellas acciones que nos acercan a los objetivos propuestos, es
terminar aquello que comenzamos, etc.
Cada vez más
vemos como la disciplina es sustituida por el capricho, por la apetencia, por
la “moda”, lo que está generando que las nuevas generaciones sean cada vez
menos constantes, menos luchadoras y que no sepan que cuesta conseguir los
objetivos que se proponen.
Cada vez es
más habitual ver como niños y niñas comienzan cursos, talleres, o proyectos que
abandonan en cuanto les supone un esfuerzo, esa falta de compromiso, de
constancia y “disciplina”, hará de ellos y ellas adultos que no sepan alcanzar metas
ambiciosas, esta conducta es permitida y en muchos casos alentadas por padres y
madres, que lejos de enseñar a sus hijos e hijas el valor del esfuerzo, ceden
ante la negativa de estos a continuar con la actividad iniciada con tal de
eludir el conflicto que puede conllevar insistir en la finalización de la
tarea.
Aunque esta
falta de disciplina no es exclusiva de niños/as y jóvenes, son muchos los
adultos que se pliegan al esfuerzo de hacer algo que no les apetece en ese
instante.
Quizás las
nuevas corrientes pedagógicas deban de resignificar el concepto de “disciplina”
volviendo a su origen etimológico y exponerlo como el valor que es en realidad.
A fin de
cuentas ningún aprendizaje es posible si no se aplican las normas necesarias
para que se produzca ese aprendizaje, lo que viene a ser lo mismo que no se
puede aprender sin disciplina.
“La disciplina como una necesidad para la
construcción de la actividad educadora” Paulo Freire.