El filósofo
francés Pierre Bourdieu (1930-2002) fue uno de los mayores representantes de la
sociología contemporánea, disputó su popularidad con Michel Foucault y una de
sus grandes aportaciones, entre otras, fue la popularización del concepto
cultura que definió como “las maneras de hacer, sentir y pensar de las personas
en tanto miembros de la sociedad”.
Según
Bourdieu, la cultura podía ser objetivada, es decir, podía ser cuantificada en
relación al número de libros, cuadros, titulaciones académicas que una sociedad
podía facilitar, soportes musicales, etc.
No entraré en
discutir la validez o no de esta teoría, pero de ser cierta, debemos
cuestionarnos qué valor le damos a nuestro capital cultural en la actualidad.
Hace pocos
días, estuve en un establecimiento que vendía libros de segunda mano y pregunté
por los precios que tenían, a lo que me contestaron que podía llevarme cuatro o
cinco libros por un euro. ¡UN EURO!, por lo que compré tres ensayos de Ortega
y Gasset más el Romancero Gitano de Federico García Lorca, incluso me
insistieron en que podía llevarme alguno más por el mismo precio. Una vez
pasada la alegría del momento por poder hacerme con tamañas obras por tan
escaso precio me hizo llegar a la siguiente reflexión:
¿Qué valor
damos a la literatura en la actualidad? Un país que presume de artistas como:
Federico García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Almudena Grandes, Luis
García Montero, Felipe Benítez Reyes… y tantos otros, ¿cómo es posible que se
le dé tan poco valor al soporte que difunde su arte? Un país en el que se
editan, en la actualidad, un enorme número de libros, pero donde mucha gente,
demasiada, se vanagloria de no haber leído un solo libro durante el último año,
no puede más que enmendar su camino, si no quiere seguir el camino que le lleva
al precipicio al que se dirige con una población que no tiene hábito de
lectura.
El ejercicio
de la lectura agudiza la astucia, estimula el intercambio de información y
conocimiento, retarda la aparición de los síntomas de demencia, estimula la
percepción, la concentración, la empatía, activa regiones cerebrales que
propician procesos de imaginación a partir de los acontecimientos de la
narración y vienen a la mente recuerdos y confrontaciones con experiencias
personales, incremento de la capacidad de concentración, análisis e
interpretación, además de dar las herramientas para tener una conciencia
crítica y ser difícil de manipular por terceros.
El precio de
las nuevas ediciones, por lo tanto, no es un impedimento para acceder a los
libros, sino más bien lo es la comodidad y el “aborregamiento” de la población
que se niega a despertar.
“En algún lugar de un libro hay una frase
esperándonos, para darle un sentido a nuestra existencia” Miguel de Cervantes.