Quizás la frase más famosa de la filosofía sea aquella pronunciada por Sócrates: “Sólo sé que no sé nada” con ella el filósofo griego se refería que al contrario de aquellos que se vanagloriaban de sus conocimientos hasta el punto de cobrar por transmitirlos y que realmente desconocían aquello de lo que hablaban, él era consciente de su propia ignorancia y por lo tanto tenía un conocimiento cierto, que era la certeza de su propio desconocimiento. Al menos estaba seguro de algo.
Esta sentencia
socrática, puede transformarse en la actualidad por esta otra viniendo a
significar algo muy similar: “solo sé que estoy manipulado”.
Toda la
información, conocimiento o dato que nos llega, lo hace con un propósito, nada
es casual, y tiene un objetivo concreto, hacernos creer que sabemos algo y que
podemos defenderlo con vehemencia, pero en realidad todos los medios por los
que nos llega la información está “a sueldo” de intereses superiores que
utiliza los medios que tiene a su disposición (que son todos) para hacernos
creer que tenemos ideas propias.
Desde las cadenas de radio y televisión, hasta los medios “independientes”, pasando por las distintas redes sociales, tienen un fin: generar una falsa percepción de independencia que favorezca a aquellos que pagan sus facturas. Como comentó en una ocasión José Luis Sampedro “sin libertad de pensamiento la libertad de expresión no sirve de nada” y esa ha sido la última conquista del poder la capacidad de influir en nuestros pensamientos.
Los medios de
comunicación convencionales: prensa, televisión y radio, están al servicio de
intereses económicos que buscan generar opinión que favorezca a sus intereses, al
igual que los llamados “medios independientes” que buscan un nicho de mercado
al que no acceden los medios convencionales con el mismo fin. Las distintas
redes sociales favorecen el sesgo de confirmación que cimenta nuestras
creencias para hacernos ver “cuanta razón tenemos”, generando bienestar al ver
que quien no piensa como nosotros son los que están equivocados.
Incluso el
sistema educativo está estructurado para generar ciudadanos dóciles, capaces de
no cuestionar todo aquello que le diga una autoridad, utilizando antiguas
técnicas constructivas, si cuestionas lo que te dicen que “debes” saber, serás
expulsado del sistema y por lo tanto en riesgo de la exclusión social.
Por eso, al
igual que diría Sócrates hoy en día, aquellos que creen que no son manipulados
son los más fáciles de manipular, al no cuestionarse el verdadero fin de la
información que les llega, y por consiguiente los que más manipulados están.
Ser consciente de esta manipulación no te hace inmune a ella, pero al menos te
hace cuestionar por qué piensas lo que piensas y si hay otras opciones
posibles.
Pensar cansa,
cuestionar lo que te dicen que es verdad te hace vulnerable y la mayoría
prefiere dedicarse a asumir el relato oficial (sea cual sea) y evadirse de la
realidad que le rodea.
“Ya no hace falta que nadie destruya los
libros, voluntariamente los dejamos de leer” Pedro Baños