Cercanos al 1 de noviembre, fecha en el que la tradición nos acerca a visitar, recordar a las personas queridas que ya no se encuentran entre nosotros, así como adecentar su última morada en el cementerio, me ha llevado a la siguiente reflexión, que a su vez ha provocado más preguntas que respuestas.
Los ritos y costumbres que tenemos asumidos en nuestra sociedad, hace de esta fecha un día señalado para visitar el cementerio, pintar y limpiar las lápidas de nuestros antepasados así como dedicar un tiempo dedicado a su memoria y recuerdo.
Más allá de profundizar en el rito en
sí, para lo que recomiendo la lectura de la obra de Van Gennep “Los Ritos de
Paso” publicado en 1909, me ha llevado a reflexionar en todas aquellas personas
a las que se les ha sido negada esta posibilidad.
Personas que han visto cómo sus
familiares fueron hechos desaparecer, y que ochenta años después, ningún
gobierno ha hecho lo posible, salvo la concesión de algunas subvenciones a
asociaciones memorialistas, para que sus restos descansen en un lugar elegido
por sus familiares.
Han sido muchos, hermanos/as, hijos/as, nietos/as, etc., los que se han afanado por encontrar los restos de sus familiares, conocer donde lo enterraron, lejos de levantar la “polvareda” de las causas que los llevaron a ser asesinados, con el simple objeto de poder conocer donde residen sus restos y poder darles una sepultura digna.
Son muchos los motivos que llevan a
que estos familiares encuentren a sus desaparecidos, entre ellos podemos aducir
a los religiosos, costumbre de llevar flores a la tumba de los antepasados,
tradición de visitar los restos, pero en mi opinión el motivo que quedaría
fuera de toda discusión sería por humanidad.
A 82 años de que acabara la Guerra
Civil, y a 46 de que muriera el dictador, si a estas alturas de la historia,
sería prácticamente imposible determinar quiénes fueron los que apretaron el
gatillo, ¿Qué sentido tiene que esas personas no puedan enterrar dignamente a
sus familiares? ¿por qué no tienen el mismo tratamiento todas las víctimas del
terror ya sea de ETA o la dictadura franquista? ¿por qué hay políticos que se
muestran impertérritos ante las víctimas de la dictadura y muestran una
sensible ternura ante las víctimas de ETA? ¿Son todas las víctimas iguales?
Como he dicho al principio del texto,
esta reflexión me ha generado más preguntas que respuestas. Espero que este
texto, sirva de reflexión y que cada cual saque sus propias conclusiones.
“Sólo la Policía del Pensamiento
leería lo que él hubiera escrito antes de hacer que esas líneas desaparecieran
incluso de la memoria. ¿Cómo iba usted a apelar a la posteridad cuando ni una
sola huella suya, ni siquiera una palabra garrapateada en un papel iba a
sobrevivir físicamente” Extracto de “1984” de George Orwell.