Si hay algo
que caracterice a la militancia de izquierdas es su capacidad de resistencia.
Los malos resultados electorales sufridos a nivel general en las pasadas
elecciones del 26 de mayo, no son, ni de lejos, la peor situación que han sufrido
las organizaciones de izquierdas a lo largo de su historia.
Salvo en
honrosas excepciones, los resultados han sido francamente malos, pero lejos de
desanimar a la militancia, esta situación la hace más compacta, más fuerte y
más combativa, y es que, lejos de lo que pasa en los grupos mayoritarios, donde
acuden algunas personas para poder catar los frutos que genera el poder, la
militancia de izquierdas, de la que se viene llamando la “izquierda
transformadora”, lo único que la guía son los ideales y los sueños por
conseguir un mundo mejor, más justo, más libre, donde la colaboración esté por
encima de la explotación.
No tener fácil
acceso a las mieles del éxito es suficiente método de control para que trepas y
aprovechados no medren en las estructuras de la izquierda.
Conozco
compañeros que militaron durante la dictadura, compañeros que cumplieron
condena, quien aun tiene algún familiar enterrado en una cuneta desconocida,
quien fue agredido por la policía en manifestaciones durante la transición, y a
pesar de todo siguen estando al pie del cañón luchando por conseguir un mundo
más justo.
Unos malos
resultados electorales no nos van a apartar de la lucha, sería insultar a
aquellos y aquellas que se jugaron algo más que cierta representación
municipal, autonómica o nacional.
Hacer la
revolución no es llevar a cabo un estallido violento contra las instituciones,
sino cambiar las estructuras socioeconómicas que mejoren las condiciones de
vida de la mayoría social. Tal y como dijo Ernesto “Che” Guevara el revolucionario
verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor: amor a la libertad,
amor a la justicia, en definitiva amor a la humanidad. Y en ese amor a un mundo
más justo seguimos en la brecha.
No nos queda
más que reflexionar, corregir errores y continuar la lucha.
Seguiremos
siendo la china en el zapato, la voz de los trabajadores en precario, los
jóvenes que se ven obligados a emigrar, los desempleados, las mujeres, los
pensionistas…, a fin de cuentas seguimos siendo LA RESISTENCIA.
“Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar” Marcelino
Camacho.