La sociedad en
la que vivimos cada vez es más impersonal, a pesar de ser la sociedad que tiene
más herramientas de interconexión entre los miembros de la misma. Las distintas
redes sociales han hecho que podamos estar en contacto a lo largo y ancho del
planeta, aun así, es asombrosa la soledad que padecen muchas personas en las
sociedades avanzadas.
Hace pocos días teníamos la
triste noticia, publicada por Europa Press, con el siguiente titular: Hallan otro cadáver momificado de un hombre
en Puente Vallecas (Madrid) del que no se sabía nada desde hacía un año.
Es terrible que una persona, no solo muera en
soledad, sino que además no haya nadie que lo eche de menos durante un año,
lamentablemente este tipo de noticias cada vez son más habituales en los medios
de comunicación.
Esta situación debería llevarnos a la siguiente
reflexión: ¿es esta la sociedad que queremos? ¿sería esta situación imaginable
hace treinta años?
La sociedad occidental presume de ser una
sociedad avanzada, incluso se atreve a exportar su modelo de convivencia a
otras sociedades con otros modelos sociales más humanos, donde las relaciones
personales prevalecen a las relaciones económicas, a pesar de no poseer las
herramientas para ampliar la conectividad entre todas las personas.
No hace mucho que vivíamos en casas con las
puertas abiertas donde los vecinos se conocían y los hijos se criaban entre
todos, se sabían las necesidades de unos y otros y no dudaban en echarse una
mano cuando era necesario. En la actualidad somos celosos de nuestra
privacidad, intentamos no contar nuestros problemas y es más fácil saber dónde
hemos ido de vacaciones siguiendo nuestras redes sociales que porque se lo
digamos a las personas que viven cerca de nosotros.
Esta es la sociedad que estamos construyendo,
pequeñas islas individuales desde las que tendemos puentes ocasionalmente para
cuestiones concretas. Cabría hacerse otra pregunta ¿vivimos mejor ahora que
antes? No lo creo.
Lamentablemente, cada vez son más las personas
que mueren solas, mientras el resto seguimos el vertiginoso ritmo que hemos
impuesto a nuestras vidas.
A pesar de todo ¿hay algo más triste que morir
solo? Rotundamente sí, morir solo y que nadie te eche de menos.
“El mundo como lo hemos creado es
un proceso de nuestro pensamiento, no puede ser cambiado sin cambiar nuestro
pensamiento” Albert Einstein.
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