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martes, 29 de octubre de 2019

FALTA DISCIPLINA


La disciplina es un concepto que ha caído en el ostracismo en los últimos tiempos, quizás por el nefasto uso que se ha hecho de esta palabra durante años. Expresiones como “la letra con sangre entra”, o asociado a ideas como “disciplina militar” ha hecho que sea un recurso minusvalorado, no sólo en el aprendizaje sino en el día a día.
Hagamos un breve recorrido por los orígenes de la palabra “disciplina” para conocer bien su significado y porqué es tan necesaria en los tiempos que corren.

“Disciplina” proviene del latín “discere” que significa “aprender” y tiene el mismo origen que otras palabras como “discípulo” o “docente”, por lo tanto el término disciplina tiene un significado fuertemente relacionado con el aprendizaje. Podríamos decir que la disciplina es el conjunto de normas necesarias para que se produzca un aprendizaje.
Actualmente, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define su significado como “Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”.
Ser disciplinado es cumplir con los compromisos adquiridos, asumir en nuestras rutinas todas aquellas acciones que nos acercan a los objetivos propuestos, es terminar aquello que comenzamos, etc.
Cada vez más vemos como la disciplina es sustituida por el capricho, por la apetencia, por la “moda”, lo que está generando que las nuevas generaciones sean cada vez menos constantes, menos luchadoras y que no sepan que cuesta conseguir los objetivos que se proponen.
Cada vez es más habitual ver como niños y niñas comienzan cursos, talleres, o proyectos que abandonan en cuanto les supone un esfuerzo, esa falta de compromiso, de constancia y “disciplina”, hará de ellos y ellas adultos que no sepan alcanzar metas ambiciosas, esta conducta es permitida y en muchos casos alentadas por padres y madres, que lejos de enseñar a sus hijos e hijas el valor del esfuerzo, ceden ante la negativa de estos a continuar con la actividad iniciada con tal de eludir el conflicto que puede conllevar insistir en la finalización de la tarea.
Aunque esta falta de disciplina no es exclusiva de niños/as y jóvenes, son muchos los adultos que se pliegan al esfuerzo de hacer algo que no les apetece en ese instante.
Quizás las nuevas corrientes pedagógicas deban de resignificar el concepto de “disciplina” volviendo a su origen etimológico y exponerlo como el valor que es en realidad.
A fin de cuentas ningún aprendizaje es posible si no se aplican las normas necesarias para que se produzca ese aprendizaje, lo que viene a ser lo mismo que no se puede aprender sin disciplina.
“La disciplina como una necesidad para la construcción de la actividad educadora” Paulo Freire.

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