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miércoles, 8 de septiembre de 2021

TIRAR LA PIEDRA Y ESCONDER LA MANO.


              Las palabras que utilizamos para expresar nuestras ideas u opiniones tienen una poderosa fuerza, ya que pueden influir, y de hecho influyen, en las personas que las oyen y a mayor exposición pública de quien las dice mayor influencia ejerce en los seguidores de esa persona, por lo tanto en ningún caso son inocuas o inofensivas. Una vez oí a alguien decir que las palabras que más gente habían matado a lo largo de la historia eran “¡preparados, apunten, FUEGO!”, y no le faltaba razón.

Las últimas agresiones homófobas que se han producido en nuestro país destacan por la violencia de los agresores, el aumento de agresiones denunciadas y el odio que emanan hacia las personas homosexuales.

Estas agresiones vienen precedidas de un discurso de odio hacia el movimiento LGTBI desde las filas de la Extrema Derecha de Vox:

“¿Por qué los gays celebran tanto el día de San Valentín si lo suyo no es amor, es solo vicio”  Juan Ernesto Pflüger (Director de Comunicación de Vox)

“El matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer”  Santiago Abascal (Secretario General de Vox)

“En España hemos pasado de dar palizas a homosexuales a que ahora impongan su ley” Iván Espinosa de los Monteros (Portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados).

Tras las agresiones sufridas por personas homosexuales en los últimos meses y cuando el foco mediático se ha dirigido al partido de Extrema Derecha, estos se han apresurado a condenar “todo tipo de violencia”, e intentado poner el foco en que los agresores son población inmigrantes (a día de hoy no se conocen los agresores del joven del barrio de Malasaña en Madrid), Goebbels estaría orgulloso de ellos.

¿Quiere decir esto que hay que poner límites a la libertad de expresión? Este es un tema espinoso y me decantaría en responder que no, todo el mundo es libre de expresar sus opiniones, por descabelladas que parezcan, en definitiva, y citando a Voltaire “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, esta es la máxima que define este derecho que costó tanto conseguir en España.

Estando en contra de prohibir o poner límites a la libertad de expresión, me decanto porque todos (incluido Vox) nos hagamos responsables de lo que decimos y midamos las consecuencias derivadas de nuestras palabras, la Extrema Derecha no puede articular un discurso de odio contra un colectivo y cuando los violentos intolerantes ejercen la violencia sobre ese colectivo, salir condenando los hechos como si no tuviera nada que ver con ellos.

Y a los bárbaros que cometen estas agresiones, solo puedo desearles que todo el peso de la ley caiga sobre ellos.

La única vía para acabar con la lacra de la intolerancia se fundamenta en tres puntos: 1) educación, 2) educación y 3) más educación.

“ Sin la libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada” José Luis Sampedro.

jueves, 2 de septiembre de 2021

¿DÓNDE ESTÁN LOS PUNKIS?

             Los punkis eran una de las tribus urbanas más vistosas de todas las que han existido, allá donde hubiera una fiesta popular, un festival, playas, en fin, allá donde hubiera una aglomeración significativa de personas, no faltaba un grupo de punkis dando color al paisaje. Eran fácilmente identificables, con sus pantalones de cuadros escoceses, cuero o vaqueros, bien ajustados, sus crestas de colores que ponían en tela de juicio la ley de la gravedad a base de una mezcla de cerveza, polvo y escasez de agua, sus camisetas agujereadas y sus chaquetas pintadas con tipex decoradas con la A de anarkía (así con k). No había grupo de punkis que no dispusiera de un fiel acompañante de cuatro patas, amenizaban las calles peatonales con melodías sacadas de su instrumento de viento favorito, la flauta, o haciendo “complicados” juegos malabares. A ellos tenemos que agradecer el término “perroflauta” tan arraigado en nuestra sociedad actual.


En el momento que un punky tomaba contacto visual con un viandante, era común que se le acercara y te pidiera una de estas dos opciones:

1)      “¿Tienes un cigarrito por ahí?” o

2)      “¿Tienes un durito o un eurito?” (dependiendo de la época en que nos situemos.

No vayan a pensar que los punkis no tenían un firme compromiso político, se identificaban con el anarquismo, aunque ninguno de ellos conociera las tesis de Proudhon o Bakunin, su principal ideólogo era Sid Vicius de los Sex Pistols con su “Anarchy in the UK”.

La característica principal de los punkis era su posición contra todo sistema establecido y quizás ese espíritu rebelde es lo que más se echa de menos en estos tiempos, ese posicionamiento contra lo establecido, escandalizar a la “masa” con sus ropas, sus peinados, su actitud, etc.

Existieron punkis famosos que destacaron por eso mismo, por escandalizar, como el nombrado anteriormente Sid Vicius, o Joe Strummer. En España, también tenemos punkis famosos como, Manolo Kabezabolo o Evaristo Páramo. Pero el punki más épico que ha existido en España fue el conocido como “El cojo manteca”. Un punki que destacó allá por los años 80 en una huelga de estudiantes y que fue grabado rompiendo farolas y cabinas de teléfonos en Madrid. Cuando fue entrevistado años después por Jesús Quintero, reconoció que él no tenía nada que ver con los manifestantes, sino que vio la oportunidad de mostrar su descontento y eso fue lo que hizo, indirectamente las reivindicaciones de los manifestantes fueron oídas en todo el mundo.


Quizás nadie eche de menos a los punkis, lo que deberíamos añorar es la rebeldía que representaban.

“La moral prohíbe que nadie proteste, ellos dicen mierda, nosotros amén” Evaristo Páramo.

Manuel Carmona Curtido.