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miércoles, 8 de enero de 2025

EL FUTURO DE ANTES

 

En el pasado, el futuro se intuía como algo ilusionante, vivíamos la llegada del nuevo milenio como un sueño donde la tecnología haría la vida más fácil, donde la producción mundial abarcaría a alimentar a todo el planeta, las distancias se habrían reducido gracias a la evolución de los medios de transporte, entre otras.


En el pasado el futuro era un lugar amable, donde, gracias a tener las necesidades básicas más que cubiertas conviviríamos en paz, sin necesidad de matarnos unos a otros.

El pasado de mi pasado nos había enseñado hasta donde podía llegar la barbarie provocada por el ser humano y habíamos aprendido la lección, dos guerras mundiales habían sido más que suficientes para entender que ayudarnos era más rentable que matarnos, por lo que en el futuro encontraríamos formas de solucionar las disputas de forma “civilizada”.


En el futuro de mi pasado el cielo no tenía límites y era la última frontera a explorar, imaginábamos un futuro donde coches no contaminantes surcaban los cielos y los viajes espaciales serían una opción turística más, el límite estaba en la imaginación, y todo era posible en el futuro del pasado.

Hoy el futuro se ha convertido en una mancha oscura representada en un pozo tenebroso, vemos como hoy millones de personas se juegan la vida por encontrar un lugar donde vivir una vida digna y mientras en la mitad del planeta se sufre de sobrepeso es una enfermedad generalizada, la otra mitad del planeta sufre inanición, hambrunas y muerte.

El futuro hoy se ha convertido en un lugar salvaje, donde la devastación provocada por las guerras y la contaminación no deja lugar a la cooperación, un futuro que exalta los instintos más primarios.


El futuro se nos presenta como una mezcla entre 1984 de Orwell y Un mundo feliz de Huxley. ¿Existe alternativa? Lo desconozco.  

El futuro se construye con lo que somos capaces de imaginar en el presente, y urge cambiar nuestra manera de pensar. Decían los Sex Pistols “No Future”, en nuestras manos está.

“Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida” Woody Allen

 

martes, 6 de diciembre de 2022

EL FUTURO ES HOY

             Se suele decir que los jóvenes son el futuro, y esta frase, por mucho que esté asimilada por el “saber popular”, no se adapta a la realidad.

Al decir que los jóvenes son el futuro, les estamos negando su propio presente. Los jóvenes son los adultos del futuro, pero de los adultos en los que se conviertan dependerá de cómo se desarrollen en la actualidad.

La juventud tiene sus propios problemas, distintos a los que tenemos los adultos pero, para ellos, igual de importantes, al fin y al cabo como suele decirse “a cada uno le duelen sus muelas”.

Las nuevas generaciones están cada vez más formadas, hemos pasado de un analfabetismo, casi generalizado, a tener más de un millón y medio de universitarios en menos de cien años, sin embargo la edad media en la que se obtiene el primer empleo es de 23 años, y se tarda una media de 6 años en alcanzar cierta estabilidad laboral, aunque en la actualidad esta estabilidad nunca llegue a alcanzarse realmente. La edad media para emanciparse ronda los 30 años, a lo que habría que sumar la dificultad para encontrar vivienda. La edad media para tener el primer hijo está en torno a los 32 años y la mayoría de los que tienen descendencia se quedan en un único hijo.

Como se puede observar de los datos anteriores la edad que comprende la etapa de la “juventud” se ha ido ampliando a medida que han ido pasando los años y las dificultades para alcanzar “problemas de adultos” se han ido dilatando en el tiempo. Hemos pasado de ser adulto de pleno derecho con 18 años a convertirte en adulto entrando en los treinta.

Los jóvenes son el presente, y su presente se cimenta en la dificultad para poder pasar al “siguiente nivel”. Decir que la “juventud es el futuro” invisibiliza  los problemas a los que tienen que enfrentarse y dificulta su camino hacia la vida adulta. Mientras se conciba a los jóvenes como un grupo de edad sin “problemas reales” a los que prestar atención, restándoles importancia o infantilizándolos más dura será su llegada a la vida adulta.

Llegará el momento en que los jóvenes de hoy tengan que tomar las riendas de las sociedad que estamos construyendo los adultos de hoy y sin un proceso de adaptación apropiado su toma de contacto con su nueva realidad será más traumática y todos sufriremos las consecuencias.

Urge encontrar una solución a los problemas mencionados anteriormente: vivienda, trabajo, estabilidad, emancipación, etc. Nos va el futuro en ello.

 “La juventud necesita creerse superior; claro que se equivoca, pero este es el gran derecho de la juventud” Ortega y Gasset.