El otro día me
fijé, por casualidad, en la etiqueta de uno de mis pantalones en la que se
podía leer, “Made in P.R.C.”. La curiosidad por conocer el origen de mi pantalón
y al no conseguir imaginar en qué país se había hecho, recurrí, como casi todo
el mundo, a Internet.
“Made in
P.R.C.” significa, “Fabricado en la República Popular de China”, momentáneamente
esa respuesta sació mi curiosidad, pero a los pocos minutos me asaltaron más
dudas; y ¿por qué no pone “Made in China”? tal y como hemos visto infinidad de
veces en infinidad de productos, esa nueva duda, me hizo profundizar la
búsqueda del motivo de porqué ahora ciertas marcas establecen la fabricación en
“P.R.C.” y no en “China”.
El resultado
fue el siguiente: al parecer la designación “Made in China” está asociado con
productos de baja calidad incompatibles con ciertos precios, así que, para poder alcanzar precios más elevados
sustituyen la denominación de origen “China” por su acrónimo “P.R.C.”, y sin
mentir, no se asocia con productos de baja calidad.
Estos nuevos
datos me produjeron nuevas dudas, más difíciles de resolver: ¿tenemos los
consumidores criterios objetivos fiables para determinar la calidad del
producto que estamos comprando?
Por norma
general los criterios que seguimos podrían ser: 1. El precio; cuanto más caro
es un producto mayor calidad se le supone, 2. La marca; una marca reconocida le
suponemos calidad, y 3. La procedencia del producto.
Referente a
esto, me gustaría citar a dos autores que han tratado el tema en profundidad:
-
Naomi Klein, en su obra ”NO LOGO, el poder de
las marcas”; un amplio ensayo sobre la influencia de las marcas y el poder de
la publicidad, deja meridianamente demostrado que las mayores inversiones de
las empresas están enfocadas en su publicidad, desentendiéndose de los parámetros
de calidad, de las materias primas, o en el proceso de fabricación.
-
Roberto Saviano, en “GOMORRA”, explica como una
de las fuentes de financiación de la Camorra napolitana está relacionada con la
falsificación de productos y su distribución a través de distintos medios. Me
gustaría extraer un párrafo del capítulo 3, El Sistema, de dicho libro, que expondrá mucho mejor que
yo este tema: “A través de la copia auténtica y del dinero del narcotráfico,
los clanes secondiglianeses habían logrado comprar tiendas donde los productos
auténticos y falsificados se mezclaban, cada vez más, impidiendo distinguirlos”.
Como apunte, decir que Roberto Saviano está amenazado de muerte por la mafia
italiana por exponer de forma clara sus sucios negocios.
Después de
conocer los datos aportados tanto por Klein como por Saviano, conociendo que
las empresas se están deslocalizando a países donde las leyes laborales son,
por decirlo de forma suave, más laxas, cabría preguntarnos la próxima vez que
compráramos algo ¿Por qué pagamos el precio que pagamos por un producto? ¿quién
se queda con la plusvalía generada?
Por otro lado
también deberíamos pensar cuánto cuesta producir una camiseta que tiene un
precio de venta al público de 3 € y quién ha fabricado esa camiseta.
Tal vez deberíamos
pensar si somos tan listos como nos creemos o si por el contrario somos simples
marionetas de quienes manejan los hilos del mercado.
Salud.
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