Allá por 1985
se estrenaba la saga de Regreso al Futuro, si no la han visto, háganse un favor
y véanla. En una de las escenas de la segunda parte de la saga, el protagonista
MartyMcFly le pregunta a su amigo Doc: “Un
momento Doc ¿Qué nos ocurre en el futuro?, ¿nos volvemos gilipollas o algo
parecido?”.
Teniendo en
cuenta que han pasado más de treinta años de aquella película y que el futuro
del que habla puede ser nuestro presente, podríamos decir que aquella frase ha
resultado profética: Nos hemos vuelto gilipollas o algo parecido.
Hemos llegado
a un punto en el que todo nos ofende, y somos incapaces de aceptar
absolutamente nada que se contradiga con nuestros estrechos esquemas mentales.
Y nada se escapa a esta censura que nos estamos imponiendo.
Si me diera en
un arrebato de furia y me cagara en Dios, aparecerían muchas personas ofendidas
porque he insultado a sus creencias, y podría incurrir en delito de ofensas
religiosas, igualmente sucedería si me cagara en Alá o en Mahoma, si digo que
los borbones son unos ladrones, un montón de monárquicos se sentirían ofendidos
por haber mancillado el nombre del monarca, es más, podría estar incurriendo en
delito de injurias a la corona, igualmente, si me cago en la tricolor
republicana, un montón de republicanos me criticarían por insultar su símbolo, sin
embargo en este caso no incurriría en ningún delito.
Pero este
ejemplo que puede parecer zafio, aunque no alejado de la realidad, puede
repetirse si hago un chiste sobre mujeres, miles de feministas me criticarían
mi personalidad heteropatriarcal dominante, aunque las mismas críticas me
pueden caer por no utilizar un lenguaje inclusivo.
Si me
disfrazara de negro en los carnavales (entiéndase de negro de tribu con sus
penachos de pluma y lanza en mano) entonces sería un racista que promueve los
estereotipos y los tópicos eurocéntricos paternalistas.
Todos estos
ofendidos y ofendidas (no se me vaya a enfadar alguien), son la muestra de la
falta de profundidad con la que interiorizan los distintos conceptos:
monarquía, república, religión o feminismo, quedándose con la forma y no con el
fondo.
En fin, todos
estos casos son reales, y demuestran que la afirmación que exponía al principio
del texto es cierta, nos hemos vuelto gilipollas.
La libertad de
expresión permite que aquellos que no piensan como yo, puedan decir cosas con
las que yo no esté de acuerdo, si no es así ¿para qué sirve? Nadie ofende, la
ofensa es una opción que tomamos a la hora de enfrentar una situación,
recuerden aquel viejo dicho “no ofende quien quiere, sino quien puede”.
Si este
artículo le ha ofendido, es su problema.
“Si crees en la libertad de expresión,
entonces crees en la libertad de expresión para puntos que te disgustan” Noam
Chomsky
No hay comentarios:
Publicar un comentario