Auschwitz es, posiblemente, el
emblema del terror implantado por los nazis. Situado en la pequeña ciudad
de Oświęcim
(Polonia) abrió sus puertas en 1940 y que albergó a más de 1.300.000 personas
hasta que fue liberado por el ejército rojo en 1945, dando luz a la barbarie
provocada por el nazismo.
Hoy el campo de concentración de
Auschwitz es un museo donde se expone la atrocidad sufrida por todas las
personas que pasaron por allí, con el objetivo de que la historia recuerde el
horror que se vivió entre sus muros.
El pasado diciembre de 2017, una
exposición itinerante sobre este campo de concentración abrió sus puertas en el
Centro de Exposiciones Arte Canal, y
tras el aluvión de visitas tuvo que prorrogar su estancia en la capital, hasta
por dos veces, cerrando sus puertas definitivamente el pasado 3 de febrero,
habiendo recibido más de 600.000 visitas.
La exposición viaja en estos momentos
a Nueva York, donde tiene prevista su apertura el próximo 8 de mayo, en el Jewish Heritage Museum de Nueva
York, donde seguro será un éxito de
visitas nuevamente.
La importancia de la
visibilización de lo acontecido en los campos de concentración nazis es
fundamental para evitar que vuelva a repetirse la barbarie que se produjo en
Europa en los años 30 y 40 del pasado siglo XX.
Nadie cuestiona hoy la función
del Museo de Auschwitz ni la importancia de la exposición itinerante que hemos
mencionado anteriormente para conocer la verdad del terror que implantaron en
Europa las ideas xenófobas, racistas, supremacistas, homófobas, etc.
Sin embargo, en nuestro país,
España, es desconocida por una parte importante de la población, que existieron
más de 250 campos de concentración repartidos por toda la geografía nacional y
que estuvieron en funcionamiento hasta finales de los años 60, donde
permanecieron recluidos entre 600.000 y 1.000.000 de presos contrarios al
régimen franquista.
En estos campos estuvieron presos
las personas que lucharon en contra del régimen fascista del Dictador Francisco
Franco que azotó España durante cuarenta años y donde fueron sometidos a
torturas físicas, psicológicas y a trabajos forzados y donde miles de personas
murieron por enfermedad, inanición o fueron vilmente ejecutados.
Sin embargo, en España, al
contrario que con el terror nazi, hablar del terror franquista, es denominado
por la parte reaccionaria de nuestra sociedad de “abrir heridas” y donde
pretenden imponer una ley del silencio que haga olvidar los desmanes del
dictador y su régimen criminal.
Olvidar no solo es traicionar a
aquellos que lucharon por la libertad y por la democracia sino correr el riesgo
de que vuelva a suceder. Ya hemos visto como la Extrema Derecha liderada por
Trump, separaba a niños de sus padres y los enjaulaba como animales, dando la
sensación de volver a tiempos oscuros del pasado. Esperemos que no cunda el
ejemplo.
“Si Dios existe tendrá que rogar mi perdón”
Inscripción encontrada en un muro de Auschwitz.
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