Acabamos de
pasar una atípica Semana Santa, donde ninguna hermandad ha sacado sus imágenes a
la calle, las misas se encontraban vacías, la imagen de la Plaza de San Pedro
desierta en fechas tan señaladas para los católicos ha sido insólita, por
primera vez no se ha celebrado la Tamborada en las calles de Hellín como venía
siendo habitual. Este año no hemos visto las crucifixiones que se llevan a cabo
en Filipinas y que año tras año son retransmitidas en los telediarios.
En definitiva,
este año la semana más importante para los católicos de todo el mundo, donde se
celebra la pasión y resurrección de Cristo, no se ha llevado a cabo por culpa
de la pandemia de Covid-19 que azota a todo el planeta.
Esto me ha
llevado a preguntarme por la importancia que socialmente tienen los rituales,
de cualquier tipo. Existen rituales de lo más variado, algunos tienen su origen
en el principio de los tiempos y se han ido adaptando a los distintos cambios
históricos donde han cambiado de nombre, de finalidad, o de estructura
permaneciendo su esencia a lo largo del tiempo. No es momento de analizar los
distintos rituales, pero sí destacar que han sido una constante a lo largo de
la historia de la humanidad.
Los rituales
de todo tipo, no solo los religiosos, tienen una expresión festiva donde se
rompe con la cotidianeidad del día a día, y en una sociedad capitalista como la
nuestra funciona como motor económico, las empresas españolas pueden
cuantificar sus pérdidas en millones la no celebración de la semana santa de
este año 2020.
Los rituales,
desde las fiestas de navidad hasta la manifestación del 1 de mayo pasando por
la feria de primavera, tienen una función de cohesión social, donde las
personas se unen para compartir un momento de sus vidas, algo que nos define
como especie. Los rituales prueban la necesidad que los seres humanos tenemos
unos de otros.
Cuando participamos
de los rituales que nos ofrece nuestra sociedad, sentimos que no estamos solos,
que compartimos un camino con otras personas.
Quizás los
rituales no respondan a las preguntas filosóficas de “¿Dónde vamos?” y “¿De
dónde venimos?” pero nos responde que el camino no lo haremos en soledad.
Una vez
alguien dijo que los militantes de determinado partido político acudían a las
manifestaciones como los que acudían a las romerías. Quizás las romerías y las
manifestaciones tengan algo en común, son un lugar donde personas que creen en
lo mismo tienen la constancia de que no son las únicas con determinadas ideas,
lo que transmite una sensación de pertenencia a un grupo, que como ser social,
da la fuerza necesaria para mantener dichas creencias.
“No es la conciencia de un hombre la que
determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia” Karl Marx.
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