Si nos encontráramos en la situación
de tener que someternos a una operación a vida o muerte ¿quién preferiríamos
que nos operara? ¿el mejor médico especialista en operaciones como a la que nos
tenemos que someter o lo someteríamos a votación para que eligiera la mayoría?
Sin lugar a duda, la mayoría, si no la totalidad de nosotros, elegiríamos a la persona más cualificada para tener mayores garantías de salvar la vida, entonces ¿por qué someter a votación la elección de quién nos gobernará corriendo el riesgo de que no salga el más preparado sino el más popular?
Platón y Aristóteles abogaban por el “gobierno de los más preparados” la aristocracia, un gobierno formado por las personas que sobresalen por su sabiduría intelectual, su elevada virtud y su experiencia en el mundo. Siguiendo con la enseñanzas de los filósofos clásicos, Aristóteles decía que en democracia “basta saber hablar bien para llegar a ser el jefe del pueblo”. Era también Aristóteles quien decía que la democracia tendía a convertirse en “demagogia” donde las personas que aspiran a gobernar “halagan a los ciudadanos, dan máxima importancia a sus sentimientos y orientan la acción política en función de los mismos”.
A pesar de todos estos argumentos la
“Democracia” como forma de gobierno ha demostrado ser la mejor forma de
gobernarnos, aunque siempre existan aspectos de mejora y haya que estar
vigilantes para que los demagogos queden fuera de la toma de decisiones
políticas que influyan en las decisiones que afectarán a toda la población. Del
mismo modo deberíamos preguntarnos si las reglas que nos hemos dotado facilitan
a los más preparados acceder a puestos de gobierno o si por el contrario a
estos puestos acceden quienes tienen más contactos dentro del propio sistema
político, la respuesta a esta situación la dio José Bono en una entrevista
“para ser diputado hay que ser amigo del que confecciona las listas
electorales”, no suelo estar de acuerdo con Bono, pero en esta ocasión sí lo
estoy.
El propio concepto de “Democracia” (Demos/Pueblo, Kratos/Gobierno) da un total protagonismo al Pueblo y, como tal, el pueblo debe ejercer su derecho con responsabilidad. La “política” es la gestión de lo que tenemos en común, por lo tanto a la hora de elegir a las personas que gestionaran todo lo que tenemos en común deberíamos alejarnos del individualismo imperante y ver más allá. Del mismo modo los gobernantes electos deberían mirar más allá de sus propios intereses y velar por el bien común.
Ser demócrata nos exige cuestionar
las herramientas que nos hemos dotado para articular nuestra “democracia”,
buscar las grietas que debilitan la estructura del sistema y sellarlas, ser
demócrata es mucho más que ir a votar cada cuatro años, ser demócrata implica
responsabilidad del propio funcionamiento del sistema democrático y así evitar
que la democracia se vuelva “Demagogía”, como ya avisaba Aristóteles.
“Existen tres tipos de gobierno que son desviaciones:
la tiranía (desviación del reinado), la oligarquía (desviación de la
aristocracia) y la demagogia (desviación de la democracia)” Aristóteles.
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