Siempre nos han instado a que
teníamos que formarnos, que estudiar una carrera universitaria nos daría la
oportunidad de tener un buen trabajo y ganar un buen sueldo, sin embargo eso no
ha resultado ser del todo cierto, a no ser que de los que se han decidido por
estudiar algunas de estas carreras: Ingeniería electrónica, Desarrollo de
software y de aplicaciones e ingeniería multimedia, Ingeniería de
telecomunicaciones, Podología o Ingeniería de organización industrial y
nanotecnología, éstas serían las carreras universitarias con una tasa de empleo
más alta, es decir, casi todo el alumnado que consigue terminarlas encuentra
trabajo con facilidad.
Sin embargo, si por el contrario te
decidiste por estudiar alguna de estas otras y estás trabajando puedes
considerarte un afortunado: Conservación y restauración, Filosofía, Literatura,
Historia o Lenguas Modernas y aplicadas. Éstas últimas, como podrán imaginar
son las carreras con un índice de desempleo mayor en España.
Si observamos con detenimiento, podemos llegar a la siguiente conclusión: los grados universitarios con mayor tasa de empleo corresponden a la rama que se considera de “ciencias exactas” y las de mayor tasa de desempleo se corresponden a lo que se denomina “ciencias sociales”, la eterna (y falsa) rivalidad entre “ciencias y letras”.
En la actualidad parece evidente que ser
desarrollador de software es un empleo de prestigio y con un sueldo elevado,
¿alguien puede imaginar a la sociedad actual sin dispositivos informáticos? ¿sin
las millones de aplicaciones que nos “facilitan” nuestro día a día? Podríamos decir
que los desarrolladores informáticos o los ingenieros en nanotecnología son la
punta de lanza del progreso tecnológico de la sociedad, por otro lado, cabría
preguntarse ¿para qué sirve un filósofo? ¿y un restaurador de obras de arte? ¿Cuántas
obras de arte hay que restaurar para que haya una titulación universitaria
dedicada a eso? y ya ni hablar de un historiador eso sí que es inservible.
En una sociedad con una ética utilitarista como la nuestra estas preguntas, realizadas desde lo más profundo de mi sentido irónico, son perfectamente comprensibles y puede que alguno las haya oído alguna que otra vez, sin embargo, si lo que nos diferencia de los animales es el uso de la razón, puede que una persona que se dedica a pensar sea más útil de lo que imaginamos, si la tecnología está exenta de ética (rama de la filosofía) ¿no nos llevaría eso al colapso como sociedad? Si nadie estudia los hechos pasados y se preocupa de divulgar los descubrimientos ¿no seríamos una sociedad fácil de manipular?
Cuentan que en la entrada de la
academia de Platón rezaba la siguiente frase “no entre nadie que no conozca la
geometría”, y quizás ahí sea donde se encuentre la respuesta, quizás los
estudiantes de “ciencias sociales” deban conocer más matemáticas y los de “ciencias
exactas” más filosofía, o quizás deberíamos de cambiar los intereses que nos
hemos impuesto como sociedad y cambiar nuestro objetivo de ganar más dinero por
el de ser más humano. Tal vez, así tendríamos una sociedad más justa, o quizás
no, ¿quién sabe?
“El ser humano es un ser social por naturaleza” Aristóteles.
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