Cuando se produce un terremoto, se derrumban edificios, se dispara el número de desaparecidos, se producen muertos y heridos, del mismo modo ocurre cuando las “placas tectónicas”, donde se sustenta el orden geopolítico, se mueven, provocan similares consecuencias, con el agravante de que, al contrario que en los movimientos sísmicos, los movimientos geopolíticos están provocados por un número determinado de personas que, en base a sus ambiciones personales, agitan el tablero, donde los primeros en caer somos los peones que, involuntariamente, jugamos la misma partida.
El status quo que predominó desde la
caída del bloque soviético en los años noventa parece estar haciéndose añicos y
solo hace falta echar un vistazo al panorama mundial para llegar a esta
conclusión.
La guerra ruso-ucraniana parece estar enquistada, donde ninguno de los contendientes avanza en sus posiciones, todas las estrategias occidentales para ahogar a Rusia económicamente parecen haber caído en saco roto, mientras que el presidente ucraniano reclama a los países occidentales más armas para poder seguir combatiendo. El conflicto entre Israel y Palestina ha vuelto a estallar, un problema irresoluble, donde la Unión Europea y Estados Unidos tienen un papel determinante. Los partidos de extrema derecha se hacen fuertes cada vez en más países, con programas ultraliberales y xenófobos, el recorte de libertades en países como Hungría y Polonia cuestionan los mismos pilares de la Unión Europea, organismo al que pertenecen ambos. El número de Estados fallidos se incrementan con el paso de los años. China, por primera vez en su historia se expande al mundo, convirtiéndose en la primera potencia económica mundial, es percibida por Estados Unidos como un rival demasiado grande para combatirlo abiertamente.
Mientras tanto, los países
occidentales se encuentran sumidos en una crisis económica inflacionista que ha
sido provocada por las grandes empresas multinacionales, que se benefician de
empobrecer a los menos pudientes.
El terremoto que asoló Lisboa de 1531
destruyó completamente la ciudad, no dejando piedra sobre piedra y provocando
miles de muertos, la ciudad que conocemos ahora se construyó sobre los
cimientos de aquellas ruinas. Es imposible conocer el mundo resultante de estos
movimientos geopolíticos, este mundo será construido sobre las ruinas del que
se está derrumbando, pero mientras se construye tendremos que vivir un tiempo
entre escombros. No será fácil.
“En el preciso momento en que una
estructura “salta” a un nuevo estadio de complejidad, es imposible, en la
práctica e incluso en el terreno de los principios, predecir cuál de muchas
formas va a adoptar” Alvin Toffler.
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