Aristóteles fue el primero en utilizar la palabra “ética”, la definía, aproximadamente, como la mejor forma de proceder por los seres humanos desde un punto vista racional. En la actualidad donde el objetivo de muchas empresas es obtener beneficios a toda costa, la “ética” se ve como un molesto obstáculo para maximizar los beneficios.
Aunque podemos extender esta
tendencia a la mayoría de los sectores económicos, me centraré en el sector de
la información, donde el concepto de ética a duras penas sobrevive en honrosas
excepciones. La necesidad de informar, y que la información sea veraz,
objetiva, etc., se ve empañada por la necesidad de generar titulares que
atraigan al lector, con el único objetivo de generar impactos y visualizaciones
que multipliquen las visitas.
La prensa se ha convertido en un mecanismo de generar opiniones, abandonando su idea primigenia, como era informar para que el lector se construya su propia opinión. Todos los medios de comunicación han multiplicado el número de artículos de opinión a costa del número de noticias, del mismo modo el tratamiento de las noticias está impregnado de un “tufillo” tendencioso, con el que se persigue que el lector se postule en un sentido concreto. Con la aparición de Internet, de los diarios, digitales y la generalización de las redes sociales, la aparición de comentarios a dichas noticias, dan la oportunidad de sentenciar, desde la más alta atalaya que proporciona la ignorancia, a veces difundiendo mensajes racistas, bulos, o insultos. Bien es cierto que todos los medios de comunicación delegan la responsabilidad de estos comentarios en aquellas personas que los hacen, y del mismo modo la responsabilidad de lo escrito en los artículos de opinión son de los articulistas, eximiendo a los medios de comunicación de toda responsabilidad. A pesar de esto ¿tienen los medios alguna responsabilidad en esta situación?
Es evidente que yo soy responsable de
lo escrito en estas líneas, pero también es cierto que los medios que
reproduzcan este artículo tienen su parte de responsabilidad también, ya que aportan
un público donde expandir las ideas que aquí se exponen.
Del mismo modo, los comentarios vertidos
a través de las redes sociales o directamente en las páginas de algunos
periódicos son responsabilidad de aquellos que lo escriben, estos periódicos
tienen la capacidad de ofrecerles un público al que dirigirse, y la pregunta que
deberían hacerse los responsables de estos periódicos es ¿Qué aporta este
comentario respecto a esta noticia? ¿es cierto lo que apunta este comentario? ¿matiza
algún aspecto de la noticia?. Sin embargo, la impresión que me da es que las
preguntas que se hacen son las siguientes ¿Cuántos impactos va a generar este
comentario? ¿Cuántas personas se verán en la necesidad de responder a este
comentario? y ¿Cuánto dinero me va
a generar este comentario?
¡Si Aristóteles levantara la cabeza!
“La legitimación de la opinión
vertida va de la mano del bagaje intelectual y cultural de quién emite esta opinión”
David Pastor Vico
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