Desde hace
años el Barómetro del CIS viene determinando que entre los problemas que
preocupan a los españoles se encuentra en un puesto destacado la “clase
política”. No es de extrañar ya que la toma de decisiones alejadas de las
necesidades de la mayoría hace que la gente perciba la política como algo
ajeno, la corrupción se ha instalado, al parecer, de forma permanente entre las
prácticas de aquellas personas que llevan las riendas del país (en cualquiera
de sus administraciones, ya sea el gobierno central, autonómico o municipal).
Las características que deben poseer los gobernantes han sido estudiadas desde hace bastante tiempo, comenzando por los filósofos clásicos como Sócrates, Platón o Aristóteles, que preocupados por la salud de la democracia ateniense, profundizaron en dichas características donde la “virtud” debía regir el sentido de un buen gobernante.
Muchos años después fue Nicolás Maquiavelo quien, más preocupado por cómo se debía gobernar para mantener el poder, llevó a cabo un tratado que resulta fundamental para entender las estrategias políticas que se llevan a cabo en la actualidad, “El Príncipe”. A Maquiavelo la democracia le traía sin cuidado ya que en la época que le tocó vivir el acceso al poder se conseguía por medios menos “ortodoxos”, como la conspiración, la manipulación, el soborno y la guerra.
Teniendo todo
esto en cuenta deberíamos preguntarnos ¿Qué características debería tener un
gobernante actualmente?
Después de
pensarlo mucho y repasar a los filósofos clásicos antes mencionados, llego a
esta conclusión: Un gobernante debería ser honesto, para no mentir a los
ciudadanos y explicar sus decisiones a los ciudadanos que lo han elegido desde
la verdad, debería contar con empatía, teniendo en cuenta cómo van a influir
las decisiones que tome en el total de las personas, intentando causar el bien
para la mayoría, debería tener conocimiento sobre los temas que va a legislar,
oratoria para poder explicar sus decisiones con claridad, contar con principios
que dirijan su gobierno, objetivos claros de hacia dónde quiere dirigir a los
gobernados, vocación de servicio público, resolutivo para que sus acciones
vayan a la resolución de problemas, valiente que no se deje amedrentar por las
esferas de influencia que siempre rodean al poder, sensatez, honradez y un alto
sentido de la justicia.
¿Tienen los
políticos actuales esas características?
Si los políticos son una representación del pueblo que lo ha votado, ¿tenemos los ciudadanos esas características para exigirlas a nuestros gobernantes?
La democracia
exige una responsabilidad de los ciudadanos y ciudadanas de participar en las
decisiones de gobierno de manera libre. En la Grecia clásica un “idiota” era
aquel que se desentendía de los asuntos comunes para dedicarse exclusivamente a
sus asuntos individuales.
Si actuamos
como idiotas, no podemos esperar que nos gobierne alguien mejor que nosotros.
“El bien común no es la suma de los bienes
individuales, sino las condiciones que hacen posible el máximo desarrollo de
los miembros de una comunidad” Eduardo Infante.
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