Se acercan las elecciones presidenciales de Estados Unidos y, como es habitual, la presidencia se dirime entre el candidato republicano y la candidata demócrata. Esto no sería noticia de no ser por las características especiales tanto de los candidatos como de la situación geopolítica internacional.
Intentar
adivinar quien se alzará con el triunfo es complicado, debido a la propia
complejidad de la población estadounidense, las propuestas electorales así como
la idiosincrasia de los candidatos.
Desde el
punto de vista de un ciudadano europeo cuya única información a la que puede
acceder es a la facilitada por los medios masivos de información, como es mi
caso, no es extraño que surjan ciertas preguntas.
Kamala Harris, la candidata demócrata, ha basado su campaña en sus características físicas, hija de dos inmigrantes de origen jamaicano e indio, ha explotado estas señas de identidad para identificarse con las minorías étnicas, tan abundantes en Estados Unidos. Pero la realidad es que con su discurso pro-minorías, la administración Biden, de la que es vicepresidenta, ha alcanzado un nuevo record en la repatriación de inmigrantes, llegando en 2024 a la escalofriantes cifra de 700.000 deportaciones (según El Diario[1]), por encima de las realizadas durante el periodo de presidencia de Trump. A nivel internacional ha mostrado su apoyo inequívoco al genocidio que está llevando a cabo Israel, y por seguir financiando a Ucrania en su lucha contra Rusia.
El caso del candidato republicano, Donald Trump, es más llamativo. Con un mensaje abiertamente racista, sus propuestas están encaminadas a favorecer fiscalmente a los grandes lobbys económicos norteamericanos y con un afán por desmontar el escuálido sistema social de Estados Unidos, con el insulto como único argumento, difamador y propagador de bulos, además fue el instigador del asalto al congreso producido en Enero de 2021, una vez que perdió las elecciones contra Biden. Ha sido investigado por sustraer documentación clasificada una vez que abandonó la Casa Blanca. Y durante esta campaña ha llegado a decir “si salgo presidente no tendréis que votar cada cuatro años” un comentario que debería incapacitarlo para presentarse a cualquier elección democrática. En el plano internacional se muestra cercano a llegar a un acuerdo con Putin y al igual que la candidata demócrata apoya sin fisuras las acciones de Israel.
El problema
de un sistema bipartidista como el estadounidense es que ambos candidatos
difieren en muy pocas características convirtiéndose en el mismo perro con
distinto collar.
“La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder” José Saramago
[1] https://eldiariony.com/2024/10/22/ee-uu-alcanza-cifra-record-de-repatriaciones-bajo-la-administracion-biden/