La globalización, la transnacionalización de la
economía y la geopolítica actual, ha importado no sólo, conocimiento,
tecnología o personas, ha trasladado también alteridades que pretenden combatir
la occidentalización de los parámetros culturales de las distintas culturas de
la tierra. Uno de ellos, el más devastador, es la utilización del terrorismo
como arma de guerra, una guerra no declarada, donde como siempre los muertos
los pone el pueblo.
Los
atentados sufridos en París, Bruselas o este último provocado en Cambrils y
Barcelona, son ejemplos de cómo el terrorismo es utilizado como arma segando la
vida de muchos inocentes, personas que nada tienen que ver con las oscuras
intenciones de la geopolítica internacional. Personas que estaban en el momento
y en el sitio equivocado, que fueron víctimas casuales de la violencia
irracional.
No
acabaremos con el terrorismo si provocamos odio a los que suponemos
responsables, sean o no responsables, de estas masacres, ni culpando a toda una
comunidad de lo que hace sólo una mínima parte de la misma, son muchas las
identidades con las que cada uno de nosotros nos vemos identificados por lo que
sería injusto que nos identifiquen únicamente por una de ellas. Además eso
provocaría la reacción contraria y crearía más terroristas que los que
quitaría. Por lo tanto el objetivo sería acabar directamente con los
terroristas. Para eso se debería analizar las causas por las que estas personas
deciden cometer un acto terrorista dispuesto incluso a dar su vida en dicho
acto.
Esto
es un tema que requiere una investigación profunda, pero de la que pretendo
hacer un somero análisis.
Los
atentados de Francia, Bélgica y España, tienen características comunes que no
estaría de más analizar para conocer su origen:
Los
terroristas son inmigrantes de 1ª o 2ª generación, bien con la nacionalidad,
por nacimiento o adscripción, o mínimo la residencia en los países donde
atentaron. Son jóvenes, con las características de todos los jóvenes, una edad
emocionalmente inestable, inmerso en la búsqueda de su lugar en este mundo,
vivían en barrios periféricos de la ciudad con una estructura marginal donde la
subsistencia se mueve en una economía sumergida en ocasiones realizando actos
ilegales, destacar que la mayoría tenía antecedentes legales por tráfico de
drogas, eran jóvenes con una escasa formación, lo que les dificulta la entrada
a un mercado laboral regularizado, que les permita tener unos ingresos dignos
regularmente.
Vivir
en entornos marginales, te convierte en sospechoso habitual dentro de una
cultura de la violencia donde se establecen sus propias normas y leyes no
regladas. La violencia es una herramienta común a la hora de resolver
conflictos personales.
Todo
esto sumado a la represión policial, típica en estos barrios, provoca una falta
de identidad a la que poder acogerse, por lo que se mantienen alertas a
cualquier tipo de movimiento con los que sentirse identificados.
A
todos estos datos están muy atentos los adoctrinadores y captadores de yihadistas
que saben utilizarlos con mensajes donde estos jóvenes se sienten valorados en
una sociedad que no los valora y les da un fin por el que vivir y en muchos
casos incluso morir.
Estas
características generales, eliminando la del origen inmigrante, son las
utilizadas por todo tipo de movimientos marginales y organizaciones violentas,
como; grupos skinhead, sectas religiosas, incluso los ejércitos de la mayoría
de los países donde la mayor parte de sus soldados en sus cuerpos de élite
vienen de las capas más desfavorecidas de sus poblaciones, un ejemplo de ello
son los marines de EEUU o la legión extranjera francesa.
La
solución al terrorismo debe ser política, actuando en los barrios más
deprimidos con el objetivo de que sus jóvenes no tengan la necesidad de abrazar
organizaciones marginales donde sentirse queridos y valorados, y tengan una
oportunidad de utilizar las herramientas necesarias para sentirse identificados
con la sociedad que les rodea.
Por
nuestra parte, no estaría de más que dejáramos de generalizar, ya que como dijo
Hermann Keyserling “Generalizar es siempre equivocarse”.
Salud.
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