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martes, 19 de septiembre de 2017

EN BUSCA DE UNA VIDA QUE MEREZCA LA PENA VIVIR.



El pasado 13 de septiembre de 2017, el Diario de Cádiz publicaba la siguiente noticia: “Rescatado un menor oculto en el interior de un autobús procedente de Tánger”, el menor en cuestión, que cuenta con quince años de edad, se encontraba atrapado en un hueco situado en los bajos de un autobús que venía de la ciudad marroquí en una situación límite debido a las altas temperaturas, había accedido a los bajos del autobús con la intención de cruzar la frontera de manera irregular y después no había podido salir, por lo que la Guardia Civil se vio obligada a desmantelar los bajos de éste para poder rescatar al menor.



A pesar de que esta noticia pasa desapercibida en los medios de comunicación,  no refleja la asiduidad con la que los menores, sobre todo de origen marroquí, utilizan esta técnica para cruzar la frontera jugándose la vida, conscientemente, para alcanzar el “sueño europeo” que puede terminar convirtiéndose en una pesadilla.
Los titulares que ocupan los informativos referentes a la inmigración, están relacionadas con la llegada de embarcaciones repletas de personas, o de saltos masivos a las vallas de Ceuta o Melilla, quizás por el número de personas implicadas.
Los menores marroquíes no entran en masa en nuestras fronteras, pero sí es un goteo constante donde prácticamente a diario cruzan la frontera en los bajos de camiones o autobuses, tal vez debido a su poca visibilidad no sea noticia, pero las autoridades sí tienen constancia de su entrada.
Los menores una vez han llegado a España se dejan “atrapar” por la Guardía Civil con el objetivo de ingresar en un Centro de Protección hasta su mayoría de edad. Durante este periodo regularizan su situación, se forman, en la medida de sus posibilidades, y muchos de ellos se asientan en España o bien en cualquier país de Europa.
Pero la pregunta es ¿por qué un niño de quince años se juega la vida para llegar a Europa? La respuesta me la dio uno de estos menores hace muchos años; “para tener una oportunidad en la vida”.
El régimen alauita no tiene entre sus características el cuidado de la infancia y por ello, muchos de estos jóvenes se encuentran en la calle, mendigando un trozo de pan, combatiendo el frio a base de disolvente inhalado y durmiendo en la calle. Los centros de protección de menores en Marruecos son prácticamente inexistentes con poquísimas plazas disponibles por lo que muchos niños deambulan por las calles con un futuro incierto y sin nadie que vele por ellos.
Ante tal expectativa son muchos los que optan por jugársela y cruzar la frontera solos, soñando con tener un trabajo, una familia, un coche y una casa, objetivo que no todos consiguen por desgracia.
La migración de menores es un problema que la comunidad europea debería poner encima de la mesa en sus relaciones con Marruecos, pero donde priman los convenios de pesca con nuestro vecino del sur, por encima de la vida de los niños.
Para entender la realidad de estos niños es fundamental ver, el documental “Maldita Calle” dirigido por Juan José Ponce, y que se puede encontrar en youtube, de manera gratuita. Una vez visualizado el documental y teniendo un mínimo de empatía podremos entender que si nosotros nos encontráramos en la piel de esos niños nos jugaríamos la vida igualmente para poder tener, no digo una vida mejor, sino simplemente una vida.

Salud. 

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