Se habla mucho
de la libertad de expresión, pero, a mi entender lo verdaderamente importante
es la libertad de pensamiento. Para desarrollar esta idea me centraré en dos
citas, la primera de Anna Frank, célebre por su famoso diario escrito durante
el tiempo que permaneció escondida de los nazis,
hasta que fue capturada y
posteriormente muerta en el campo de concentración de Auschwitz. En este diario
Anna Frank cita “podrán callarnos, pero no pueden impedir que tengamos nuestras
propias opiniones”. La segunda es de José Luis Sampedro, famoso filósofo
humanista, autor de obras como “La sonrisa etrusca” o “El amante lesbiano”, en
una entrevista realizada por eldiario.es el 10 de abril de 2013 dijo: “si lo
que usted expresa es un pensamiento que no es propio, que ha adquirido sin
convicción y sin pensarlo, entonces no es usted libre por mucho que le dejen expresarse”.
Ambas
citas, con las que coincido plenamente, hacen hincapié en que la libertad de
pensamiento se sitúa por encima de la libertad de expresión, en lo que a
libertad se refiere, pero sobre todo Sampedro, va mucho más allá, Sampedro
habla de cómo se adquieren esos pensamientos para poder ser libres.
Vemos
una y otra vez, como los medios de comunicación, ha dejado en un segundo o
tercer plano para pasar a ser medios de creación de opinión, las ideas se
repiten de un informativo a otro, prensa, televisión o radio, todas en manos de
las mismos dueños y al servicio de los mismos intereses.
Las
ideas que se difunden a través de los medios, más tardes son oídas en tertulias
de bares, charlas con amigos, etc., ejerciendo el efecto de bola de nieve hasta
que esa opinión se hace hegemónica en la mayor parte de la población, pero no
siempre la verdad es lo que opina la
mayoría.
Para
poder ejercer nuestra libertad expresión, debemos realizar un ejercicio de
análisis a la información que se nos facilita a través de los medios de
comunicación, contrastarla, ver a quién beneficia dicha información, en
definitiva ser críticos para poder sacar nuestras propias conclusiones.
“En el discurso es donde reside el poder,
porque es el discurso lo que
determina lo que es o no verdad.”
Michel Foucault.
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