Todos los
partidos políticos nacionales tienen su expresión a nivel local, quiero decir
que en cada ciudad y pueblo de España, existe una agrupación local que defiende
las posturas ideológicas del partido que tiene su máxima expresión en el ámbito
nacional. Aunque muchas veces, la mayoría de las veces, los responsables de
estas agrupaciones locales no tengan, ni los conocimientos, ni el carisma, ni
la exposición mediática de las personas que en última instancia dirigen estos
partidos. En muchas ocasiones incluso los miembros de las agrupaciones locales
difieren de las decisiones llevadas a cabo en su partido a nivel nacional, pero
aun así, siguen defendiendo las políticas que estos partidos representan.
Esta situación
me lleva a la conclusión de que los partidos funcionan de manera similar a las
franquicias empresariales.
Una empresa
forma parte de una franquicia porque la empresa matriz, le proporciona unos
servicios, un estatus dentro del mercado, una marca reconocida, seguridad al
consumidor, un método de trabajo, que facilita la venta de sus productos en un
mercado altamente competitivo, a cambio la matriz recibe un royalty por sus
servicios.
Un partido
político funciona de forma similar, facilita a la agrupación local, un nombre
reconocido, distintos servicios (jurídicos, políticos, publicitarios…) estatus
en el panorama político, imagen de seriedad, lo que facilita la difusión de su
programa a la hora de enfrentar unas elecciones y el reconocimiento del
electorado.
Las
franquicias son armas de doble filo, ya que si una empresa miembro de este
grupo en otra localidad, o la misma empresa matriz, realiza un mal servicio o
comete una ilegalidad todas las empresas que pertenecen a esta red se ven
perjudicadas por culpa de la mala acción de terceros.
¿Habría alguna
empresa dispuesta a formar parte de una franquicia que fuera famosa por robar a
sus clientes? De darse este caso ¿no serían sospechosas todas las empresas de
esta red de realizar las mismas acciones?
Una franquicia
que realizara tales acciones iría sin remisión a la ruina, con la huida de
todas las empresas de la marca fuera de dicha red, ya que de no desvincularse
de esta marca serían sospechosos de las mismas acciones o avalarían las
acciones de sus compañeros, que es casi igual.
Aquí es donde
difiere el mundo empresarial del político, hoy, en 2018, tenemos un partido que
ha sido considerado partícipe a título lucrativo de una trama corrupta (https://politica.elpais.com/politica/2018/05/24/actualidad/1527156370_628789.html)
sin embargo no ha habido ninguna “fuga” masiva de militantes, cargos públicos,
no se han cerrado sedes, nadie ha recriminado la actitud bochornosa de la
“matriz”, todo lo contrario. Ante el silencio cómplice de sus afiliados y
cargos públicos sólo caben dos interpretaciones: o bien justifican el hecho
condenado o bien restan importancia a los hechos demostrados. En ambos casos
esta actitud es deplorable.
Seguir
ostentando unas siglas que han sido condenado, a mi entender, por un caso tan
grave, como beneficiarse de prácticas corruptas, no hace más convertir a estas
personas en cómplice del delito cometido.
Me consta que
la inmensa mayoría de los afiliados del
Partido Popular son gente honesta y decente, y desde aquí les pido que actúen
para que las acciones de sus dirigentes no manchen su buen nombre.
“Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira”
Mahatma Gandhi.
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