Al año 2018,
le quedan pocos días para finalizar y es inevitable hacer balance del mismo así
como pensar en nuevos proyectos para el año que está próximo a entrar.
En lo
personal, ha sido un año increíble donde he vivido nuevas experiencias que me
han enriquecido tanto lo emocional como en lo intelectual, en lo general ha
sido un año marcado por el auge de la lucha feminista, las reivindicaciones por
el aumento de las pensiones, y el desafío secesionista de Cataluña que sigue
sin solucionarse.
En lo relativo
al año que está próximo a entrar, además de los deseos y proyectos personales
que dejo para mi intimidad me gustaría compartir un sueño colectivo que ojalá
se hiciera realidad en este año.
Vienen tiempos
difíciles, donde el auge de la extrema derecha que ha ido creciendo por toda
Europa ha germinado también en España. Andalucía ha sido la puerta por la que
han entrado en las instituciones ideas xenófobas, clasistas, machistas… de la
mano del descontento del pueblo, que ha optado por un giro a la derecha en las
políticas de un PSOE desgastado después de cerca de cuarenta años de gobierno
autonómico.
Para el 2019,
tengo un deseo, o como diría Martin Luther King, un sueño. Sueño con que los
ciudadanos reconquistemos los derechos arrebatados, donde hacer una broma con
una bandera no te lleve a declarar a unos juzgados, donde no haya nadie
viviendo en la calle, donde el acceso a la universidad sea igual para todos con
el aumento de las becas por estudio, donde los jubilados no tengan que seguir
manifestándose reclamando una pensión digna, donde nadie tenga que elegir entre
poner la calefacción o comer, donde una mujer pueda salir sin miedo a la calle,
donde nadie tenga que trabajar por un sueldo ridículo con el que no llegue a
final de mes, una sociedad inclusiva donde no se distinga a las personas por su
procedencia, religión, género o capacidad…
Pero todos
estos deseos, no se cumplirán por arte de magia, todos estos deseos únicamente
pueden cumplirse con un pueblo movilizado, organizado y trabajando
coordinadamente que genere la suficiente presión para que su fuerza sea mayor
que la de los lobbys bancarios, energéticos o industriales.
Porque sólo un
pueblo organizado puede cambiar su destino, y el ejemplo más cercano lo tenemos
en Francia y la protesta de los “Chalecos amarillos” que ya ha conseguido que
se suba el Salario Mínimo y han evitado la subida de los carburantes.
Un pueblo
organizado, solidario con las necesidades ajenas, que ponga en alza los viejos
valores, al parecer ya olvidados de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”.
Porque nadie
nos va a regalar nada, porque nada se consigue desde la barra del bar o sentado
en un sillón, porque otro mundo es posible. Porque el 2019 traigamos un mundo
mejor.
“El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos. La patria que
construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que todos los
pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos” Subcomandante
Marcos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario