Entiendo que por mi edad no estoy en
disposición de dar lecciones de vida a nadie, pero sí me gustaría compartir
unas de las lecciones que he recibido durante unos meses.
Gracias a mi trabajo he tenido la
suerte de compartir experiencias con niñas que a pesar de su edad han vivido
más que la mayoría de nosotros.
Estoy seguro que ellas me han
enseñado más a mí que lo que yo les haya podido aportar en estos meses, y son
esos aprendizajes los que me gustaría compartir. Lamentablemente no todas las
personas tienen la misma suerte al nacer, y las circunstancias marcan nuestro camino
nos guste o no. Estas niñas, al igual que muchos otros niños no son
responsables de esas circunstancias y tienen que trabajar muy duro para poder
construirse un futuro que podríamos llamar digno, y en muchos casos lo tienen
que construir con los escasos apoyos que tienen a su disposición. A pesar de
todo, es de valorar no solo el esfuerzo de educadores y educadoras para
intentar dotar de herramientas a estos y estas menores para poder desenvolverse
en la vida, pero en la mayoría de los casos somos nosotros (los educadores y
educadoras de los centros de protección de menores) los que nos enriquecemos
personalmente de todas las cosas que aprendemos de los y las menores a nuestro
cargo.
Por razones evidentes no voy a citar
sus nombres, pero me gustaría agradecerles todo lo que he aprendido de cada una
de ellas:
De H. aprendí a mirar al
futuro con optimismo, poniendo en el centro de la vida el amor, de N. a
afrontar el futuro con una sonrisa, de T. a aprender de los errores del
pasado y cambiar para mejor, de I. a controlar los impulsos y dejarse
guiar, de C. a ser independiente, evitar los conflictos para cumplir con
los objetivos propuestos y de A.
a creer que la gente puede cambiar y que actuar correctamente abre más puertas
que intentar derribarlas a la fuerza.
Sólo me queda darles las gracias y
esperar que tengan suerte durante toda la vida que les queda por delante.
Espero que el futuro vuelva a cruzar
nuestros caminos.
“Elige un trabajo que te guste y no
tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida” Confucio.
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