Siempre que se habla de Menores Extranjeros No Acompañados, las noticias suelen ir relacionadas con algún tipo de delito donde se culpabiliza a todo un colectivo de lo que algunos hacen, o por el contrario son lacrimógenos artículos publicados desde Ceuta o Melilla donde se relatan las peripecias de estos menores que viven en saturados Centros de Protección o directamente en la calle, victimizándolos como colectivo, voy a contar una historia real de un alguien que en su día fue un MENA y que hoy es un hombre al que llamo amigo, y que cuento con su permiso para publicarla.
Conocí a Mohamed en 2014, era su
tutor en el Centro de Tratamiento de Adicciones en el que trabajaba en aquella
época y él contaba con 17 años, era un menor afable pero que mostraba una
terrible desconfianza hacia todo el sistema, su historia personal le hacía
mantenerse reservado y, poco a poco, con el paso del tiempo comenzó a confiar
en el proceso en el que estaba inmerso.
La culminación de su proceso
terapéutico coincidió con su mayoría de edad y tuvo la suerte de obtener una
plaza en un recurso de menores extutelados, una tremenda suerte, ya que las
plazas en esos recursos escasean y aún más para menores que provienen de este
tipo de Centros.
Mohamed estuvo en este recurso tres meses, y marchó a Madrid, allí encontró trabajo en muy poco tiempo y estuvo trabajando un par de años de mozo de almacén.
Nuestros caminos se habían separado y solo tenía noticias de él de vez en cuando, hasta que un día recibí una fotografía a través de la mensajería de una red social de un DNI y un Pasaporte, seguido de un mensaje “Manuel, ya soy español”, tras darle la enhorabuena me dijo que tenía pensado irse a Alemania a trabajar que qué me parecía, que seguía teniendo trabajo en Madrid pero que prefería irse a Alemania para ganar más dinero. Le comenté que buscara primero trabajo antes de irse y luego si lo que encontraba le convencía que se marchara. Consejo al que no hizo ningún caso, a los pocos días recibí otro mensaje, “Ya estoy en Alemania, estoy trabajando en un bar”. Hablamos a través de una videollamada y me comentó que llegó a Dusseldorf a las nueve de la mañana y que como era temprano fue directamente a buscar trabajo, oyó hablar español en un bar y entró, tras hablar con el dueño salió de allí contratado.
Y allí ha estado hasta que llegó el Covid y pasó al ERTE. Me comentó que no sabe estar en casa sin trabajar y aunque cobra lo mismo que trabajando le pidió a su jefe que lo despidiera para poder buscar otro trabajo, en cuestión de semanas encontró trabajo en una empresa de mudanzas donde se encuentra actualmente.
Esta es una historia de superación,
de destrucción de tópicos y de que todo el mundo merece otra oportunidad.
Mohamed es la prueba de que con
esfuerzo, tesón y valentía se pueden conseguir todo aquello que una persona se
proponga. Han pasado siete años, hoy tiene 24 años, es independiente, habla 3
idiomas, llegó a España debajo de un camión y hoy es mi amigo.
“Hay que necesitar ingenio para
acabar teniéndolo” Friedrich Nietzsche.
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