Cuenta la leyenda que cuando las tropas de los Reyes Católicos entraban triunfantes en Granada y la población local se debatía en la incertidumbre de marcharse de su ciudad natal o permanecer en ella, un viejo sabio colocó tres palomas en la ventana de su casa: la primera se mostraba viva y con todo su plumaje, la segunda que también se encontraba con vida se encontraba completamente desplumada y la tercera permanecía muerta y completamente desplumada. Las tres aves significaban el futuro que les esperaba a los habitantes de la ciudad recién conquistada dependiendo de la opción que tomaran.
Los primeros en abandonar la ciudad,
representados por la primera paloma, podrían hacerlo con total seguridad,
pudiendo portar sus posesiones y salvando así su vida y sus riquezas, los que
tardaran más tiempo en tomar la decisión de partir, representados por la
segunda paloma desplumada, verían como salvarían la vida pero marcharían sin
poder llevarse consigo las riquezas que poseyeran, y para los que no se
marcharan y optaran por quedarse en Granada, verían como terminarían muertos y
completamente desvalijados, estos estarían representados por la tercera paloma.
La historia nos muestra que el viejo
sabio granadino tenía toda la razón y el futuro de los granadinos musulmanes
quedaba perfectamente representado por la metáfora de las tres palomas.
Independientemente de la veracidad de esta leyenda, en las distintas guerras suelen coincidir el futuro de la población civil, los primeros en buscar refugio en otros lugares pueden hacerlo a través de caminos seguros pudiendo llevarse sus ahorros que puedan facilitar la nueva vida de refugiado que tienen por delante. Los que tardan en tomar la decisión tienen que partir abandonando todo lo que tienen, jugándose la vida y con el único objetivo de salvar la vida. Los que se niegan a partir, generalmente terminan perdiéndolo todo, incluso la vida.
A medida que la guerra va cercando objetivos se hace más complicado abrir corredores humanitarios, acceso a la ayuda internacional, mantenimiento de recursos básicos, etc., da igual que hablemos de guerras del siglo XXI, en Ucrania, Siria, Irak o Yemen, o el sitio de Zaragoza tan magistralmente narrada por Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, en el siglo XIX.
El objetivo de los mitos y las
leyendas es proporcionarnos aprendizajes para situaciones concretas, y estos
aprendizajes suelen servir para situaciones similares independientemente de la
época en la que se den. Sabiendo esto, ¿quién no querría salvar su vida? Ser refugiado
no es una opción personal, es una decisión tomada obligado por los
acontecimientos históricos que les ha tocado vivir.
“Quizá la más grande lección de historia es que nadie aprendió las
lecciones de la historia” Aldous Huxley
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