Paralelismos entre la noche de los cristales rotos y las redadas de inmigrantes en EEUU.
Durante la madrugada del 9 al 10 de noviembre de 1938 las fuerzas paramilitares del partido nazi (S.A, S y Juventudes hitlerianas), en Alemania, organizó un ataque coordinado contra establecimientos, sinagogas y viviendas judías, esa noche pasaría a la historia como “La noche de los cristales rotos”, el gobierno de Adolf Hitler dio orden a la policía y a los bomberos de no actuar ante los disturbios y los incendios provocados.
A la mañana siguiente 30.000 judíos fueron detenidos, por el único motivo de ser judíos y enviados a campos de concentración como los de Dachau o Buchenwald. Muchas de estas personas terminarían muriendo en esos campos[1].
Tras este acontecimiento la “comunidad internacional”
miró hacia otro lado, los campos de concentración permanecieron ocultos a la
opinión pública, hasta que fueron liberados por el ejército rojo de la Unión
Soviética. Ningún gobernante preguntó por el estado de los detenidos, ni pidió
garantías para su seguridad, ni se impusieron sanciones a Alemania por un acto
tan atroz.
Hoy, en Estados Unidos el recién re-elegido presidente Donald Trump[2], ha dado vía libre para que se lleven a cabo redadas contra inmigrantes en zonas, consideradas hasta hoy, de especial protección, como escuelas, hospitales o iglesias. En Estados Unidos eres considerado inmigrante, aunque hayas vivido toda tu vida en ese país, si tus padres entraron de manera irregular en el país, aunque toda tu red social; familia, amigos, etc., viva allí. Con esta orden, se le niega el derecho a la educación, a la sanidad, al culto religioso, en definitiva… a vivir en paz, y solo tiene derecho a trabajar sin derechos. En la actualidad más de diez millones de inmigrantes trabajan en Estados Unidos, siendo un pilar económico para el crecimiento de la fuerza de trabajo en ese país.
Tanto en un caso como en el otro se ha llevado
previamente un proceso de cosificación del “otro”, del mismo modo se ha
criminalizado, deshumanizado tanto a judíos en el siglo pasado, como a
migrantes en este siglo provocando la insensibilización del resto de la
población de lo que pase con estos grupos.
No veremos cristales rotos, ni ningún gobernante
internacional preguntará por el destino de las personas detenidas, no se
impondrán sanciones a Estados Unidos, nadie se interesará por el estado de las
personas detenidas, ni pedirán garantías para su seguridad, en definitiva, la “comunidad
internacional” mirará, como siempre, para otro lado, cuando los crímenes los
cometen los poderosos.
Todo esto es posible, del mismo modo que fue posible
hace 87 años, por la falta de pensamiento crítico, por no llevar a cabo un
análisis de la realidad objetivo y como dijo Hannah Arendt por banalizar el mal.
Los resultados de lo que pasó el siglo pasado
podemos leerlo en los libros de historia, lo que pase en éste lo estudiaran las
generaciones venideras, y como dijo cierta persona La historia nos juzgará.
“La muerte de la
empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a
punto de caer en la barbarie” Hannah Arendt
La excusa es que son los inmigrantes los que causa la delincuencia, veremos si el tema para 4 años
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