La filosofía
se ha construido a lo largo de la historia a base de teorías que con el tiempo
han sido refutadas por teorías completamente contrarias, o teorías posteriores
que han modificado significativamente la teoría original, así se construye el
devenir filosófico hasta nuestros días.
Valga
a modo de ejemplo dos afirmaciones que, por ser completamente opuestas, llaman aún
más la atención y que sin duda pueden llegar a ser objeto de debate.
Para Nicolás
Maquiavelo (1469-1527), “el hombre es malo por naturaleza y necesita una
sociedad que le obligue a ser bueno”, sin embargo para Jean Jaques Rousseau (1712-1778), “el hombre
es bueno por naturaleza pero es la sociedad quien lo corrompe”.
¿Pueden dos
afirmaciones ser más opuestas?
Sin embargo,
en mi humilde opinión, ambas aseveraciones son incorrectas, ya que el concepto
de “bien” y “mal” son construcciones culturales estrechamente vinculadas a las
sociedades y al periodo histórico donde se definen. Lo que hoy todos estaríamos
de acuerdo en que es malo, en otro lugar u otra época podía ser bueno. No
existe el “bien” universal, pongamos como ejemplo el matrimonio infantil: en
nuestra época y lugar es una aberración que nadie, en su sano juicio, aceptaría o toleraría, sin embargo,
en la novela de Miguel de Cervantes “La Gitanilla” se trata con total
normalidad.
Existen miles
de ejemplos a lo largo y ancho del mundo que confrontarían nuestro concepto de
bien y mal con los mismos ejemplos de otros países que tienen otros paradigmas
culturales, y con esto no estoy defendiendo la hipótesis del “relativismo
cultural”, sino que, no debemos ver los comportamientos ajenos a nuestras
propios costumbres en términos de “bueno o malo” sino de diferentes.
Las ideas, la
propia cultura (entendiendo por cultura los conocimientos, valores, creencias,
actitudes y emociones integradas en sus modelos de comportamiento) cambian a lo
largo de la historia, y lo que hoy puede ser bueno, mañana puede ser malo y
viceversa.
Volviendo al
comportamiento del hombre (entendiendo “hombre” como la totalidad de la
humanidad, no se me enfade nadie) está enmarcado dentro de los modelos que
dicta la sociedad en la que vive y por lo tanto no puede ser ni corrompido ni
obligado a ser ni bueno ni malo, per sé. Las personas se comportan de una u
otra forma, en función de su circunstancias vitales, que son las que determinan
que alguien viva dentro de los márgenes socialmente aceptables, en la época y
lugar que le ha tocado vivir, o fuera de ellos.
“Yo nunca moriría por mis creencias, ya que podría estar equivocado”
Bertrand Russell.
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