Con frecuencia,
entre las virtudes que podría tener una persona solemos incluir la “sinceridad” entre otras tantas. Pero ¿es
la sinceridad una virtud o un defecto?
Si nos ceñimos
a su definición en la Real Academia Española de la Lengua la “sinceridad” se define como “cualidad de
sincero”, lo que nos lleva irremediablemente a las acepciones de este
sustantivo: “que dice o expresa lo que realmente piensa o siente sin
fingimiento”.
Sin duda,
extraer esta definición sin tener en cuenta las relaciones sociales que se
establecen entre las personas, podríamos determinar que se trata de una virtud.
Sería una valiosa virtud que nos mostraría tal como somos ante los demás, donde
nuestra transparencia ante las situaciones vividas nos situaría en una u otra
posición, sin miedo a aparentar algo que realmente no somos, lo que mejoraría
significativamente las relaciones que mantenemos con los demás.
Pero las
relaciones humanas son mucho más complejas que las asépticas definiciones de un
diccionario, por lo que tendríamos que hacernos la siguiente pregunta ¿es
positivo ser sinceros en todas las ocasiones?
Pondré como
ejemplo una situación aparentemente intrascendente: si un amigo se afana en
buscar un regalo para nosotros, en el que ha invertido su tiempo y puesto su
ilusión con el objetivo de agradarnos y a la hora de entregarnos el regalo
recibimos un objeto que no nos gusta, por el motivo que sea y somos sinceros
con él ¿Cómo se sentirá esa persona? ¿nos importan las emociones que hemos
generado en ella? Sin duda, en muchos casos, optaremos por agradecer el regalo
aunque no le demos jamás un uso, sólo por no hacer sentir mal a nuestro amigo.
Aunque este
puede parecer un ejemplo bastante simple y sin importancia, casos similares
pueden darse con el mismo resultado. Imaginad que un ser querido está pasando
por una enfermedad grave, ¿Cuál es nuestra reacción? ¿le decimos que realmente
dudamos que salga con vida de esa enfermedad? O realmente lo que le decimos es:
tu puedes con eso y con más, seguro que todo sale bien, etc., con el objetivo
de animar a esta persona y que genere sentimientos positivos.
Si en los dos
ejemplos, que acabo de exponer, optamos por ser sinceros probablemente nos tachen de insensibles, de malos amigos o
de algo peor, pero a buen seguro que nadie pondrá en valor nuestra sinceridad.
“Nada más hipócrita que la eliminación de la
hipocresía” F. Nietzsche
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