Una de las personas que más valoro en esta sociedad en la que vivimos es aquella que es capaz de plantar un árbol sabiendo que nunca se cobijará a su sombra. Plantar un árbol requiere un enorme sacrificio ya que además de elegir el terreno apropiado, una vez plantado, hay que cuidar el pequeño esqueje, evitar que se incline, regarlo, protegerlo de los embates de los elementos meteorológicos, cuidarlo de las posibles plagas, esos pequeños elementos que intentan aprovecharse del tierno tallo de lo que será un gran árbol, evitar que otros vengan a destruirlo, a tronchar sus jóvenes ramas, contaminar el terreno donde está plantado, y tras el paso de los años y la persona que lo plantó desaparezca, muchos serán los que vengan a refugiarse bajo su sombra, nadie conocerá quien fue la persona que lo plantó, es más, muchos pensarán que siempre ha estado ahí y que creció de forma espontánea sin recibir cuidados y protección cuando era un pequeño esqueje. El árbol durará cientos, quizás miles de años, dando sombra a todas aquellas personas que la necesiten y nadie recordará a aquel que un día lo plantó, lo cuidó y facilitó que creciera, y lo mejor de todo es que esa persona sabía desde un principio que no disfrutaría de su sombra ni vería como generación tras generación se cobijaría bajo él, y aun así lo plantó.
Las conquistas sociales se han producido de manera similar, hoy damos por hecho que tenemos derecho a vacaciones, seguridad social, educación pública, derecho a elegir a nuestros representantes, un sueldo digno, a una pensión que nos permita disfrutar del descanso de la vejez, etc., parece que estos derechos han estado ahí siempre, sin embargo, nadie recuerda a las miles de personas que lucharon y, en muchos casos, se dejaron la salud y la vida por conseguirlas, muchas de estas personas no pudieron disfrutar de estos derechos, muchos no pudieron disfrutar de la sombra que nos cobija ahora, sin embargo lucharon por conseguirlos.
Vivimos en una sociedad donde el individualismo se ha apropiado de todas las facetas de la sociedad, donde cada uno intenta salvarse solo, sin pensar si lo que hace mejorará a las generaciones venideras, cada vez es más necesario pensar más en “nosotros/as” y menos en “yo”, cada vez son más necesarias esas personas dispuestas a luchar por mejorar la sociedad a costa de que ellos no puedan disfrutar de los frutos de su lucha. Es una situación injusta, pero es la única que ha conseguido que la sociedad avance, se consigan derechos y se aumente la calidad de vida de la mayoría social.
Hoy, al igual
que ayer, necesitamos personas que sean capaz de plantar árboles sabiendo que
su esfuerzo no será recordado, que muchos intentarán impedir que el árbol
crezca, otros intentarán sacar provecho personal de las cualidades del árbol,
otros intentarán hacer que cambie de dirección y otros contaminarán el terreno
con el único objetivo de que el árbol muera, para conseguir que el pequeño
árbol se convierta en una árbol grande y fuerte es necesario ser constante,
persistente, aplicar las medidas adecuadas, podarlo cuando sea necesario, etc.,
y todo esto sabiendo que nadie te recordará por haberlo plantado y dará igual
porque el objetivo era que todo el que quisiera pueda sentarse a su sombra.
“La
clase trabajadora se ha organizado en el pasado para defender sus intereses; ha
exigido que se le escuche y arrancado concesiones de manos de ricos y poderosos.
Por mucho que se le ridiculice o ignore, volverá a hacerlo” Owen Jones.
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