Reflexiones sobre la noticia aparecida en eldiario.es
El pasado día 20 de junio, eldiario.es publicaba una noticia con el siguiente titular “La muerte de dos menores migrantes tutelados en centros andaluces cuestiona la atención psicosocial más allá de su acogida.”[1]
Los centros
que gestionaban la atención a estos menores son fundaciones que tienen el
servicio concertado por la Junta de Andalucía.
Las muertes se
habían producido por suicidio de estos menores y en la noticia se cuestionaba
la atención psicosocial que reciben estos menores, siendo insuficientes los
recursos que se ponen a disposición de estos menores para gestionar su salud
mental, un servicio que va más allá de cubrir las necesidades básicas de
comida, techo y ropa de estos menores.
Los menores usuarios de estos centros (sean migrantes o nacionales) cuentan en su haber con una difícil historia de vida donde las sensaciones de rechazo son un continuo a lo largo de sus cortas vidas y donde el establecimiento de un vínculo emocional con otras personas son un reto a superar por parte de estos menores. “Romper” la coraza que estos menores construyen como un simple mecanismo de defensa, es uno de los objetivos que nos marcamos los profesionales que trabajamos con ellos, conscientes que la construcción de vínculos emocionales son fundamentales para mantener el equilibrio emocional.
Uno de los
principales problemas que nos encontramos los profesionales que trabajamos en
Centros de Protección de Menores, en sus distintas modalidades, es la inestabilidad
y la precariedad laboral que impiden que los vínculos personales puedan ser
duraderos, ya que difícilmente podemos encontrar a educadores o auxiliares con
contratos indefinidos en sus respectivas fundaciones, asociaciones o empresas.
La Junta de Andalucía tampoco ayuda en este sentido, la última licitación tenía un periodo de dos años para los distintos programas licitados, tanto de protección como de reforma. Licitaciones a las que se accede haciendo ofertas a la baja, lo que dificulta la financiación de las fundaciones, asociaciones o empresas que acceden a ella y que tienen unos damnificados claros: los trabajadores y por extensión, los menores, que continuamente pierden a sus adultos de referencia, volviendo a sufrir la sensación de abandono que antes sufrieron de sus familias y cada vez que el sistema los cambia de centro.
A la conclusión que llego es que a la administración (en este caso la Junta de Andalucía) no les importa ni los trabajadores de centros de menores, ni los menores que allí viven, su único objetivo es cubrir las necesidades básicas (por lo que se ve la estabilidad emocional no se encuentra dentro de estas necesidades) y sacarlos de la calle evitando así la inseguridad ciudadana que generaría tener en la calle a cientos de adolescentes sin control.
Estos menores
necesitan recursos, tanto humanos como económicos que faciliten que tengan una
adolescencia similar a la de los demás jóvenes de su edad.
“El
niño que no sea abrazo por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para
sentir su calor” Proverbio africano.
[1] https://www.eldiario.es/andalucia/muerte-menores-migrantes-tutelados-centros-andaluces-cuestiona-atencion-psicosocial-acogida_1_8035664.html
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