Llega el mes de diciembre y sin darnos cuenta entramos en la festividad de la Navidad, calles engalanadas con luces, comidas de amigos, compañeros de empresa, familiares, etc., sin contar con las comidas propias de Nochebuena y Fin de Año. Es común reunirse y no es extraño que en esas reuniones se entonen los cánticos propios de esta época, los villancicos.
Los
villancicos tienen su origen durante el Renacimiento y su nombre proviene de
“villa” ya que eran las canciones que entonaban los “villanos” cuando llegaban
estas fechas, lo que denota el origen humilde de este tipo de canto.
Los
villancicos, generalmente, narran pasajes del embarazo de la Virgen María, o la
infancia de Jesús, temas recurrentes son la huida a Egipto, donde Jesús logró
salvarse del asesinato ordenado por Herodes de todos los niños menores de dos
años, conocido como “la matanza de los inocentes”. También son temas propios de
los villancicos la búsqueda de alojamiento, por parte de José y María donde se
afea la actitud egoísta de aquellos que se lo negaban. Además de aludir al amor
maternal de la Virgen María con su hijo, los presentes que los pastores le
ofrecieron al niño que nació en un pesebre desprovisto de todo, ensalzan
valores como la fraternidad, el amor, etc.
Cualquier
expresión cultural lleva aparejada una enseñanza, muchos que se envuelven en la
bandera y piden que aumenten la altura de las alambradas en las fronteras o
gritan a viva voz que España es para los españoles, deberían analizar las
letras de los villancicos que van a cantar estas navidades y que “el espíritu
navideño” los posea todo el año, convirtiéndolos en seres más solidarios, más
comprensivos y en definitiva mejores personas.
¡Feliz
Navidad!
“Ojalá pudiésemos meter el espíritu de la Navidad en
jarros y abrir uno cada mes del año” Harland Miller
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