La caída de la
Unión Soviética, a pesar de lo que nos puedan contar, ha supuesto una enorme
pérdida para los trabajadores y trabajadoras en todo el mundo. Con la lectura
de esta frase, habrá mucha gente que ya se esté arañando la cara. Me dispongo
ahora a argumentar el porqué de esta afirmación.
Los que
crecimos en los años ochenta, vivimos en un mundo enfrentado en dos bloques
antagónicos, el Bloque Capitalista, capitaneado por Estados Unidos y el Bloque
Socialista, dirigido por la Unión Soviética. Un mundo que se balanceaba
peligrosamente en el filo de la navaja, con la amenaza constante de una guerra
nuclear.
A pesar de que
el capitalismo campaba a sus anchas en los países del bloque capitalista, los
Estados permanecían vigilantes de marcar políticas que evitaran que la
desregularización del mercado vaciara de recursos los servicios públicos que
generaban calidad de vida a la clase trabajadora autóctona, con el miedo de que
el “fantasma del comunismo” anidara en las aspiraciones de una sociedad
maltratada.
De ahí que las
políticas intervencionistas proclamadas por el presidente norteamericano E.
Roosevelt en el New Deal (Nuevo Trato) estuvieran vigentes hasta la llegada de
Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña, que
llevaron a cabo políticas desregularizadoras, abriendo la puerta a prácticas
neoliberales poniendo a los Estados al servicio de las grandes empresas.
Una vez
disuelta la Unión Soviética, el neoliberalismo no tenía freno en su expansión, los
servicios públicos se trasladaron a manos privadas y la negociación colectiva
cayó en el ostracismo de unos sindicatos que no supieron, ni saben, adaptarse a
la nueva situación, cuyo único objetivo es sobrevivir en el nuevo régimen
resultante.
Tras la caída
de la URSS, se pierde el referente de lucha contra el capitalismo a nivel
mundial, y el modelo neoliberal se corona como único ganador en la lucha
ideológica. Pero 30 años después la izquierda no ha planteado una alternativa ideológica,
que ilusione a la mayoría de la población, simplemente se ha adaptado a la
situación, intentando encajar en un mecanismo que le es contrario, con el único
objetivo de suavizar los embates de las políticas neoliberales, políticas que
cada vez son más agresivas.
Filósofos e
intelectuales, llevan analizando la actualidad, criticando y exponiendo las
debilidades del neoliberalismo, es hora que estos filósofos relean, la tesis
sobre Feuerbach que K.
Marx dejara incompleta, y planteen un nuevo marco
filosófico e ideológico que contrarreste el paseo triunfal neoliberal,
elaborando una alternativa real.
“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el
mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” K. Marx.
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